No apetece recordar
lo del 18 de Julio,
pero oyendo a los tertulios
con desfachatez lanzar
la tinta del calamar
sobre aquél acto siniestro,
enseguida yo me muestro
dispuesto a exhibir memoria,
porque aquella fue la historia
del más infame secuestro.
(Y ¡fuera Queipo de Llano
del panteón sevillano!)
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