(Donde, a modo del estoico Marco Aurelio, el gobernante se queja.)
Gobernar es sacerdocio:
la ETA, erre que erre,
se niega a echar el cierre,
mi antiterrorismo es ocio
y soy blando pues negocio,
cantan los pijos pepés
y, cerrando la kermés,
en el vasco Parlamento
para más divertimento
empatan a treinta y tres.
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