“
Cuanto más severa era la proscripción,
más elevaba el precio del libro y
más excitaba la curiosidad de leerlo,
más se vendía y más se leía... Muchos
académicos y libreros habrían querido
decir a los magistrados: ´Señores, por
caridad, un decretito que me condene´”.
Denis Diderot (1713-1784),
Carta sobre el comercio de librería, FCE,
Buenos Aires, 2003.
El trapecista con red
el lector de Diderot
cual víctima de un complot
nos demuestra una gran sed
de tormento, mire usted;
y en exóticos juicios,
siendo en marzo los comicios
donde dícen que la palma,
del martirio quiere palma
según todos los indicios.