
Se moja el dedo del pie
ni se pispa el ABC,
se humedecen los tobillos
y no cepilla a sus pillos,
se le inunda lo inguinal
continúe el carajal,
llega el agua hasta el ombligo
y al partido no fumigo,
empapados hasta el tórax
tácticas encubridoras,
sumergidos hasta el hombro
las caras ponen de asombro,
la irrigación llega al cuello
y todo es bonito y bello,
ya se traga por la boca
y toda inacción es poca,
atascada la nariz
indiferencia feliz,
la sal escuece los ojos
y llegan ya los remojos
hasta la mata del pelo.
Suenan campanas de duelo.
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