Aunque oigas ¡barbitonto!
no atiendas a malas lenguas
que, al ver que mi mando mengua
y en los sondeos no remonto,
ven mi fin que llega pronto;
por eso te digo, Angela,
que tu fraternal tutela,
como en los tiempos abuelos,
la recibo sin recelo,
pues de nuevo el Cóndor vuela.
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