Si eliminándote, Alfredo,
mantengo mi chiringuito,
desbarro, me muevo, grito,
a la paranoia cedo
y reclamo con denuedo
las cuitas del refranero,
y tonterías de babero,
y unos gramos de utopía,
como si la olla vacía
y el carcundio celtibero
tuviera fácil remedio
con tsunami de por medio.
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