¿Parece provecto Alfredo
frente a la tierna pujanza
de Aguirre, doña Esperanza,
o para el joven denuedo
de la Díez de triple credo,
o comparado con Cayo,
con una edad que me callo,
o frente al barbado cano
que nos gobierna, Mariano?
¡En tal dilema me hallo!
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