Escarbo por la memoria
de un febrero veintitrés
cuando pasan treinta y tres
inviernos de aquella historia
que a España cubrió de gloria
y de canonjías al trono,
convirtiendo en un icono
trivial al tío del bigote
que mostró, entonces, sus dotes
para infundir acojono,
y hoy se toma por la audiencia
con chiste y benevolencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario