Sube la temperatura
del agua y la ranita
ni croa, la pobrecita;
tampoco la criatura
altera su nadadura
por unos grados de más;
y los que vienen detrás
sólo provocan picor
y tal vez un estertor,
hasta que, de pronto, ya,
hierve el agua sin barreras
y le llega la postrera.
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