Con Cristina en el banquillo,
la Corinna belicosa
queriendo más de la cosa,
el Nicolás, ¡qué chiquillo!,
enredando en los pasillos
cuando el doblemente sordo
cedía los trastos de a bordo,
y el gobierno a todo esto
poco seguro en el puesto,
al Rey le ha tocado el Gordo.
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