Monago no tiene agüela,
y, en plan pépido malaje
en electoral fostiaje,
de su ruina se consuela
pintando con castañuelas
a su vecino andaluz
y soltando mucha pus
y cañita con adobo,
con su sonrisa de bobo
y su humor de repelús,
que deja al pobre Bonilla
reducido a carbonilla.
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