Lo imaginas entre sombras,
frotando entre sí los puños,
extasiado ante los truños
que el infame malasombra
ve esparcidos por la alfombra,
recordando sus andanzas,
mascullando las venganzas
que quedaron incompletas,
y llevando en la libreta
columnas de pasta gansa
y un pensamiento profundo:
"a Mariano, yo lo hundo".
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