Sólo a César se le cesa
esgrimiendo ciertas armas
silenciosas, sin alarmas,
sin trompetería gruesa,
inoculando a la presa
la imperiosidad de luto
bajo el ditirambo astuto
de la conjura coral
que ya ha escogido el puñal
y ha designado a su Bruto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario