Cuando al probo funcionario
le impiden la promoción,
se desata mi emoción
por el sangrante calvario,
y un impulso solidario
de mi Gobierno en funciones
lo pone, con dos cojones,
de director general
en cierto Banco Mundial.
Adivinen las razones.
(Por cierto, qué tragaderas
tiene el bueno de Rivera.)
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