No te pido que les votes,
sólo pido que, a escondidas,
mires la misión cumplida
del fin de un siniestro azote,
para que la historia anote
quién fue el que tuvo la audacia,
o la suerte, o la gracia,
de acabar con la violencia,
pues sucede con frecuencia
que la memoria es reacia
a reconocer el mérito
que se tuvo en el pretérito.
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