Quejosas están las ranas,
esos humildes anfibios
maltratados sin alivio
por la jungla ciudadana
que en el fango se empantana,
los González y Granados
que siempre han chapoteado
en la charca de Esperanza,
los que han provocado chanzas
de batracios enlodados,
los que croan agriamente
y ensucian el medio ambiente.
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