Primeramente deciden
hacer grandes autopistas
que construyen altruistas;
acto seguido, le piden
a los banqueros lo ídem;
mas resulta que la gente
no es peajera ferviente
y así la autopista quiebra,
y el Estado lo celebra
pagando el contribuyente
una pila de millones.
En suma, ¡olé tus cojones!
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