miércoles, agosto 02, 2017

Villar

Visto su gesto mandante,
el inquilino de Soto
se siente como una moto
y, mientras el cuerpo aguante,
no habrá nadie que lo achante,
ni el trapisondista Tebas,
ni el marqués de Valdebebas
al habla con el Gobierno,
ni la pena del infierno
que desde Pedraz le llueva.

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