Carles se declara al fin
independiente, de Ikea,
y su república ondea,
patatán y patatín
y las culpas a Piolín,
pero piensa mucha gente
que hay trabajos más urgentes
que bordar las esteladas,
vista ya la desbandada
de los poderes silentes
y el mosqueo del personal
por la economía real.
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