nada es verdad, ni mentira,
es el cristal que lo mira,
y si el juez de gran pericia
ve al cliente con blandicia,
siempre habrá otro juez mejor
que a un cliente pagador
contemple en feroz sentencia
y nos recite a la audiencia
los versos de Campoamor,
sin saber que el mismo día
llega la Caballería.
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