¿Es que el perro de Esperanza,
del que fuiste paseante,
te arrastró, por delirante,
a ser objeto de chanzas
del rival que no descansa,
y te instruyó en fe perruna
para que en cualquier tribuna
dejaras verbales truños
y sandeces como puños
sin cortapisa ninguna?
No hay comentarios:
Publicar un comentario