con garbanzo y bacalao,
ese pilpil de Bilbao,
el veganismo inducido
de los frutos de El Ejido
o las proteicas carencias
y, por fin, la conveniencia,
aparte la religion,
de practicar con fruición
el ayuno y la abstinencia
(aunque, si eres un relapso,
te atizas un buen lechazo).
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