En momentos de penuria
sanitaria galopante
recordemos que, años antes,
desde inicios de centuria,
hubo delictiva incuria
al recortar con fiereza
y ahora buscan, cual marquesas
en chiringos limosneros,
unos crowdfundings fulleros
para las arcas hoy tiesas,
así que desde aquí acuso
a Espe, Cifuentes y Ayuso.
Disimula tus arrugas,
no presumas de experiencia,
ni blasones de paciencia,
ni de virtud de tortuga,
porque el virus centrifuga
a la sociedad entera
y medra una ley severa
por diversas geografías:
por salvar la economía,
¡que caiga la edad tercera!
Dejemos que nos lo explique
la cerval incertidumbre
al hundirse la techumbre
de una ideología de ticket,
hipocresía y palique,
cuando parece que el trueno,
el quebranto más obsceno
y el rostro del desamparo
no es inmaterial, ni raro,
ni accidental, ni ajeno.
Pardiez, yerra el holandés
al negarnos los sextercios
en venganza por los Tercios
y por nuestra "dejadez"
en prever la salvajez
de la espeluznante peste,
pero que se espere este
austericida cabestro,
porque este virus siniestro
acaso vidas les cueste.
Algún ungüento amarillo,
la purga del gran Benito,
el baptisterio bendito,
el refugio del vinillo,
las friegas de colodrillo,
la jicará en el guisote,
los jarabes en el pote,
el brebaje de Avicena,
las sopitas en la cena,
el remedio (del Quijote)
bálsamo de Fierabrás
y los que leo en el guasap.
Ahí tenemos a la Ayuso
con Casado, su cohorte
y su muy perdido norte,
pues quien recortó, y mucho,
es en vituperio ducho
y, cuando ser leal se premia,
de esta manera se agremia
nuestra derecha comanche:
¿Coronavirus, o Sánchez?
¡Siga la puta pandemia!
Visto lo de Yanquiland
y el papel de la White House,
desde el cat que dice miau
hasta el mouse de Disneyland
saben que este Donald Trump,
que con su estulticia brilla,
con el virus ni una pilla
y habrá que taparle el papo
con un buen esparadrapo
mejor que una mascarilla.
En medio de la tragedia
del terror coronavírico,
he ahí un hecho empírico:
si alguien no lo remedia,
el sistema que intermedia
la compra de suministros
no atiende a norma, ministro,
moral, ni decreto-ley,
sino a la infamia del listo
del mercado de estraperlo
y en estos días pueden verlo.
La monjita de clausura,
el farero solitario,
el escritor a diario,
la obrera de la costura,
el malvado en su negrura,
el avaro en su avaricia,
el curado en sus albricias,
el grillado con su grille,
el futuro serial killer
y el silencio, que desquicia.
Capricho de ZP,
ahí tienes a la UME
que valientemente asume
su función con rapidez,
por más que una derechez
otorgue más complacencia
a ver tanques en Valencia
que a los cuerpos de Ingenieros,
aviadores o artilleros
sirviendo a España en su urgencia.
¡Coño, si hasta el legionario
sabe que es un funcionario!
(A EVH, in memoriam)
Los que adivinan el antes
cuando viven el después
(arte diabólico es)
se invisten de nigromantes,
adivinos boquituertos,
que al invocar a los muertos
con dicterios de taberna
increpan al que gobierna
y al decir de los expertos
en esta tragedia grande,
grande en el Mundo grande.
Médicos de Cuba y China
curan a gente en Italia
y la gran parafernalia
de la política fina
con su neoliberalina
penetra en el entredicho
(¡ay, Dios mío, lo que he dicho!)
mas pasemos a otra cosa,
que una rosa es una rosa
y el socialismo es un bicho.
Después de tantos insultos,
desde la Thatcher y Reagan,
otros de la misma liga
y cañíes del mismo culto,
hasta Trump, ¡menudo bulto!,
en esta peste macabra
es el gran Keynes quien habla
y con gozo lo celebro:
los enemigos del pueblo
se comerán sus palabras.
¿Cuál será el saldo de muertes,
el tamaño del siniestro
para que el zurdo y el diestro
con juicio se concierten
y de este modo y con suerte
y sin distinción de edad
se consiga la unidad
contra la tremenda plaga
que, espantosa, se propaga
sin freno por la ciudad?
Entre chistes del guasap,
colas en el charcutero,
los bulos de mal agüero
sobre este virus voraz,
el teléfono locuaz,
los aplausos del balcón,
el colmo de información
y cocinar las croquetas,
sabemos que en el planeta
(no cabe exageración)
se ha declarado, total,
la nueva Guerra Mundial.
Como siga esto palante
y al virus no se le pare,
ya no servirán achares,
ni desaires, ni desplantes,
ni peloteras de amantes,
ni políticos fandangos,
ni riñas de ringorrango,
porque, al paso que vamos,
si al final nos estrellamos
con las coronas, al fango.
Me pongo en fila en el súper,
veo balcones de República,
aplaudo Sanidad Publica
y que el Estado se ocupe
de todo, y que nos agrupe
en esta lucha final
contra este virus fatal,
admiro lo de los chinos
y me parece divino
que todos seamos igual.
l
O sea, que el planeta gasta
billones en armamento
y ahorra, hasta el momento,
con estrategia nefasta,
en Sanidad una pasta,
cuando una guerra mundial
(que sería nuclear)
es altamente improbable,
mientras que el virus mutable
ya es mundialmente letal.
(A MCDG y GPD)
Las patás en la espinilla,
los pellizquitos de monja,
las hipócritas lisonjas,
los meneos de las sillas,
los "shows" de mala babilla,
los profetas con la minga,
la grosería que jeringa,
las arengas a la grey,
los brindis al astro rey
y todo lo que mas chinga.
Si en brote coronavírico
pretendes sacar partido
para tu grupo, partido
o loco proyecto onírico
y buscas triunfo pírrico
haciendo pupa al Gobierno,
no habiendo proyecto alterno,
ni solución planetaria,
ni vacuna boticaria,
nos vamos todos al cuerno.
(A MJCS)
En estos días de aislamiento
y facultativo asueto
sin misericordia meto
un procedimiento, lento,
nada de apresuramiento,
una actividad serena
para nuestra cuarentena
por el coronavirús
leer el tocho de Proust
y merendar magdalenas.
El probo republicano
lamenta su mala suerte
porque en días de susto o muerte
y retiro cartujano
arrearle al Campechano
se le antoja harto imposible
ya que resulta inaudible
con este "viruscorona"
gritar contra la Corona
por delito aborrecible.
La intensidad del disenso
de los políticos baja
cuando el número de bajas,
por el virus, en el censo
alcanza una cifra (pienso,
porque, en el caso contrario,
el achuchón funerario
nos traerá la convicción,
cuando no haya solución,
de que el chorreo diario
por tele o redes sociales
con la epidemia no vale).
Harto preocupado ando
pues salen los del Gobierno
pronosticando el infierno
y al ciudadano alarmando
y, a la vez, van circulando
por centenares de miles
los whatsapp con refocile
que se toman a chacota
el virus que nos azota
con sus pánicos febriles.
Oigo a Fernando Simón
decir que sube con prisa
el virus que aterroriza
a toda la población
y saco de conclusión
que de viejos todos calvos
pues, si le he entendido algo,
si pronto la leptocúrtica
no se torna platicúrtica,
rediós, que de esta no salgo.
Con la bomba en el bolsillo
dispuesta para explotar,
serás un loco de atar
o un patético listillo
si no ves que lo sencillo,
por no decir lo indudable
es que el obús implacable
se llevará por delante
a tí y a los paseantes
de manera inapelable.
Ruégale, fiel costalero,
al Cristo del Gran Poder
que en el acto de toser
no salga el virus primero,
pues tus propios compañeros
te darían una mascá
cuando en plena "chicotá",
que al "capillita" entusiasma,
les traspases la miasma,
llegando la madrugá.
(Dedicado a Antoñito Cofradías )
O sea que al final los chinos,
tan denostados ayer,
se ofrecen a resolver
lo del virus, y adivino
que seremos más prochinos
que en los felices sesenta,
cuando caímos en la cuenta,
sin cínicos anteojos
que aquellos del Libro Rojo
de razón no están exentos.
No es un debate político,
ni una cuestión académica,
en esta alarma pandémica
por este virus bronquítico
parece harto mefítico,
y es algo que me subleva,
que estén cobrando la prueba
y traten como un filón
esta brutal maldición
que con el país se ceba.
Al jubilata severo
que recuerda lo que dijo
Lagarde con regocijo
de los viejos duraderos
se le desploma el braguero
al verla en el BCE
con su sañuda enjutez
y sus cálculos de duende,
porque de ella depende
la monetaria fluidez
contra este virus malvado
que al longevo ha emplazado.
Sanitarios reventados
en los hospitales públicos...
y descubrimos de súbito
a muchos centros privados
que las manos se han lavado
cuando los virus aprietan
y con descaro recetan
que luchar contra el COVID,
ay, tararí que te vi,
porque sus cuentas se agrietan.
(¿No sería conveniente,
algún decretito urgente?)
Arrasan supermercados,
demonizan el ¡atchiiís!,
contagian a Ortega Smith,
movilizan a cuñados
adalides del enfado,
asustan a las ardillas,
no las matan las pastillas,
ni hay vacuna que las eche:
¡hay que ver la mala leche
que tienen las trompetillas!
Tras amar a Marisol,
vivir el tardofranquismo,
tragar sapos tras el mismo,
apreciar el rock and roll,
mezclar jugos con alcohol,
doctorarse de internauta,
y ejercer de yayoflauta,
al abuelo de estos días
el trabajo se le amplía
y cae de forma incauta
en el "virulento" encargo
de los nietos a su cargo.
Hoy te asustas más que ayer
pero menos que mañana
y contra esta idea te afanas
diciendor ¡vamos a ver,
te escondes para toser,
dices que el codo es más sano
para ser cortés y urbano
y a puntito del soponcio,
como haría Pilatos, Poncio,
te lavas muy bien las manos!
En el día 8 de marzo
el PP tiene la opción
de hacer la sustitución
por golpe de metatarso
del aturdido Casado
por la recia Cayetana,
porque de tó juzga y chana,
con osadía chamulla
y, aunque parece que aúlla,
con el pepero se hermana
de modo más nacional,
pese a su origen austral.
Se nos marchan los britanos,
Abalos como pretexto,
los tractores, insurrectos,
el CIS del malo Tezanos,
el PP en plan cayetano,
coronavirus pa viejos,
¡cómo se lo montó el Viejo!,
feminismo cis y trans,
cada día Donald Trump
y el ubicuo Villarejo.
¿No se habrá tirado el moco
este Febrerillo loco?
Por más que el gringo sea idiota
porque votó a Donald Trump,
tienes, Bernie, la ocasión,
ante el mal que nos azota,
de que el yanqui tome nota
del infierno que le espera
si no pone la barrera
de una Salud que proclama
ir más lejos que el Obama,
así que a la carretera:
ni el Biden, ni el rubio loco,
en noviembre con el voto.
Con proverbial ceporrez
los clérigos Capuchinos,
cual podólogos divinos
mantienen el besapiés,
mas cosa lógica es,
pues se aplican con desvelo
y sin más clínico celo
a la función primordial
de este desfile anual:
llevar a la gente al cielo.
En tiempos de las pandemias
e historias de amor y lujo
con 100 millones de embrujo,
el querer siempre se premia,
y se corta una epidemia
y una posible infección
con la colaboración
de la fiel prensa española
que en monárquica cabriola
ha puesto al tema un condón.
Saca este marzo la zurda,
como siempre, la patita
de la trifulca cainita
y la porfía palurda,
pues es necio que se urda,
para un derecho banquete,
pelea en el gabinete
por ínfulas de lingüista
y leña entre feministas
por el día después del 7.
Ay, Cayetana, chiquilla,
Juana de Arco portátil,
veo a tu partido volátil
al defenderte la silla
cuando la prensa te pilla,
así que ahí va mi diagnóstico:
tienes un negro pronóstico
y tras dos telediarios
tu culto vocabulario
será un recuerdo anecdótico.
(Mas, si no resulta así,
¡que siga este frenesí!)
Como Donald Trump, rezar,
no manducar sin cuchara
espaguetis carbonara,
a tu Samsung fumigar,
de comer "sushi", ni hablar
por más que sea una delicia,
comprar con mucha codicia
mascarillas en boticas,
guardar geles en barrica
y dar faques, y noticias
en grosera imitación
del buen Fernando Simón.
Viendo el dedo acusador
del pope Karol Woytila
dando a Ernesto la barrila
por su teológico ardor
y su afán liberador,
viendo al tiempo a Ortega mismo,
paradigma del cinismo
y traición al rojerío,
has llegado al extravío
y a un sano doble ateísmo.
Eres proclive a aceptar
con moderada fruición
que una gran conspiración
ha conseguido alarmar
por tierra, aire y mar
al crédulo paisanaje
diseminando el mensaje
de un peligro no acotado
que te tenga acojonado
e inclinado al vasallaje.
(Eso sí, saldrás corriendo
si el virus sigue creciendo.)
A quien sea crítico rudo
de nuestra gran Sanidad
Coroni se va a encargar
de mandarle un estornudo
por mostrarse tan sañudo
con un hecho elemental:
acudir a un hospital
sin la tarjeta de crédito
es un hecho benemérito
de justicia universal.
(No solo soy partidario
de esta idea, soy sicario.)
(A CFM y MVL)
Puigdemont, con sus dos güitos,
vocifera donde puede
y al grancatalán concede
treinta años más de ritos,
grandes paradas y mitos
y ágiles carlistadas
que desembocan en nada,
porque al fin lo que se ansía
es montar la romería,
no volver a las andadas.
(Y debemos decir algo:
para entonces, todos calvos.)