al piloto del avión,
ni jodas con el violón
al director de la orquesta,
ni hagas cirugía funesta
ante un corazón abierto,
ni siembres el desconcierto
en medio de la batalla
y ante la pandemia ¡calla!
y reza por el acierto
(en vez de poner la proa)
del que lucha en La Moncloa.
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