Verdulera y ordinaria,
ayuna de Lexatín,
te aplaudimos desde aquí
por tanta entrega diaria
a la berrea atrabiliaria
desde el jerónimo estrado,
aunque de tí yo me apiado
pues al volver a tu puesto
(que pago con mis impuestos)
de abogada del Estado,
auguro que, por tarumba,
en sótano catacumba
hallarás tu negociado.
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