Desde que Antoñito Mancha
recibiera en los ochenta
un vapuleo por cuenta
de haberse tirado en plancha
en la jerónima cancha,
no se ha visto, en verbo fino
y con estoque taurino,
una punición tan dura,
ay, en moción de censura,
aunque, eso sí, adivino
que el show ultraderechista
lo pagará su avalista.
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