Tras la política euforia
por "salvar la Navidad"
se esconde la realidad
sin trampas de la memoria:
la dicha conminatoria,
la felicidad cargante,
la eternidad del instante
reconvertida en regalo
y la soledad del malo
en su mundo inelegante.
(Y, con el virus artero,
¡menuda cuesta de enero!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario